sábado, 18 de febrero de 2017

¡ESTOY HARTO!


                                         ESTOY HARTO


Casi 20 años en la docencia dan para mucho, si uno la ama. Yo comencé un 28 de octubre de 1997, si mal no recuerdo. No era el sueño que había albergado en mi juventud, pero ya tenía una edad en la que debía comenzar a trabajar, así que debuté con ilusión como profesor de música en Secundaria, siendo mi primer destino Herrera de Pisuerga. 

Allí pude comprobar que, junto a gente de la mejor masa e nobleza", había también un buen número de pobres diablos y algún que otro indeseable.

Ese sería el inicio de una trayectoria intermitente y discontinua, ya que por el hecho de no haber sido "bendecido" con la obtención de una plaza fija, me he visto en la obligación de pasar por numerosos centros:

Herrera de Pisuerga, Trinidad Arroyo, Virgen de la Calle, Antonio Tovar de Valladolid, Conservatorios de Ponferrada, Soria, Ávila, Segovia, de nuevo Ávila, Valladolid, otra vez Ponferrada por anotar mal una casilla, vuelta a Valladolid, patada en el culete porque vale más ser enchufado que competente, vuelta a Valladolid, Escuela de Arte de Palencia y actualmente IES Sem Tob de Carrión de los Condes).

De la misma marera, he debido impartir un buen numero de asignaturas: Música en la ESO, Alternativa a la Religión (de risa), Piano, Colectiva de Piano, Música de Cámara, Acompañamiento, Conjunto de Piano, Piano Complementario, Pianista Acompañante, Lenguaje Musical y, finalmente, Inglés. 

Llevo más de 40 años dentro del sistema, y sólo me falta haber pasado como alumno por un centro de Formación Profesional, así como por uno de reeducación de menores y de adultos para haber abarcado el espectro completo.

Y veo que el esfuerzo realizado a veces es ímprobo y el resultado parece no producir frutos, aunque me resisto a pensar que esto sea así y estoy convencido de que en estos tiempos empieza a ser más importante lo que podemos aportar con nuestro ejemplo aparte de la asignatura, que la propia asignatura en sí.

Y descubro cada día el Universo por primera vez, como dijera Pau Casals. Pero a veces, el cansancio hace mella, pues compruebo que lo que prima en nuestros centros es el desencanto, la mala educación y la falta de horizontes vitales de muchos alumnos, el respeto de buen número de padres y el respaldo de la Administración. Por todo ello, me he dicho que podríamos intentar crear un movimiento, el "movimiento ESTOY HARTO" :




"ESTOY HARTO"

Estoy harto de la incomprensión y el desprecio de la inmensa mayoría por aquellas cosas que a mí me resultan ser de las pocas que valen la pena.

Harto de que la zafiedad, la falta de educación y la avaricia humana campen por sus respetos. De que el machismo sea el "valor" imperante en nuestros adolescentes.

Harto de que nos engañen, manejen y tomen el pelo como a monigotes.

Estoy harto de tratar de hacer el bien y que te tachen de loco.

Harto de que muchos de nuestros jóvenes quieran dejarse manejar.

De que el dinero importe más que la integridad.

De que todo se compre. De que todo se venda. De que todo valga.

De que un patán llamado Trump llegue a ser presidente de una gran nación, lo mismo que antes que él Berlusconi o Putin.

De que se declare una guerra y lo único que interese a nuestros gobernantes sea la evolución del precio del petróleo.

De que nadie vea los documentales de la 2, pero sí los de otras cadenas sobre grandes casas de millonarios, subastas chollo, enfermedades de animalitos, etc...

De que esa quimera que algunos soñaron de una Unión Europea no ses más que un enorme geriátrico que dispone de un potente mercado en el que sólo quieren que compren viejos re raza blanca.

De que un mocoso de 15 años te diga en clase "quítate, que la carne de burro no es transparente" y se quede "tan oreado".

O que una mocosa de 16 sea capaz de decir a un profesor que peina canas algo como "flipo con el tío éste" y no sienta una inmensa vergüenza.

De que la honra de una niña y su bienestar psíquico importen menos que el aliviar una repentina excitación sexual.

De que haya gente que intercambie y produzca vídeos de sexo con niños.

De que el sexo aparezca sin pudor junto a una revista de Dora la Exploradora en un quiosco y eso se considere normal.

De que mis hijos prefieran ver la tele a conversar.

De que en unas oposiciones a bombero ni siquiera 4 de cada 10 candidatos superen unas pruebas se ortografía de nivel ESO. Y en lugar de advertir si incompetencia se cuestionen si es oportuno que figuren en la prueba.

De que la ignorancia y la prepotencia se transmitan genéticamente y encima se alardee de ello.

De que el tonto se considere listo y se atreva incluso a intentar engañar al que sabe más que él.

De que la soberbia resulte atractiva. Y el delito salga barato.

De que la humildad se vilipendie.

De que no se entiendan palabras como "esfuerzo", "sacrificio",  "superación", "motivación" y sí otras como "bullying", "acoso", "dejadez", y se practique la "indolencia" aunque no se sepa en qué consiste.

De que la docencia no interese al gobernante, de que la planifiquen los renegados de la tiza, de que se escatimen los recursos, de que interese únicamente la imagen, de que se falseen tantas cosas, de que muchos chavales sean ignorados, otros vivan en constante tensión y otros no hagan más que entorpecer la labor docente.


De que la vaciedad y la apariencia importen más que la bondad interior.

Que la zafiedad se recompense más que la inteligencia.

Que el gusto musical que se fomenta es el del MAL GUSTO.

Que el reggaetón sea la música más apreciada por la mayoría de jóvenes. 

Que el horizonte vital de muchos jóvenes no sea otro que el de disfrutar de mucho dinero fácil, emborracharse o empastillarse sin medida, "pillar cacho" y si viene más, mejor.

Que muchos padres se crean que sus hijos sólo tienen derechos, que los profesores no saben hacer su trabajo y que son la causa del fracaso de sus hijos, que tiren por tierra la autoridad de aquéllos delante de sus hijos y sean tan ignorantes que muerdan la mano de la única persona que tal vez (sólo tal vez) pudiera ayudar a revertir esa tendencia al fracaso de sus hijos.


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