Como tantas veces, las prisas con las que vivimos nos impiden profundizar en las cosas. Algo que señalaba Javier Urra en una entrevista que oímos en clase (tal vez demoledora, pero de cuyo contenido, mis alumnos no se enteraron). Esto es lo que sucedía con la película que puede cambiar las formas de enseñanza en nuestro país (si queremos). Hasta que, finalmente, acabó por conquistarme. Ésta es mi historia con la misma:
Bueno, pues he aquí que me llega la película, no sé bien cómo, supongo que de rebote, y yo trataba de verla, pero lo hacía siempre a la hora en que estaba muerto de cansancio, y en la cama, con lo cual, imaginad…
Aun así, siento que debo utilizarla en clase: lo hago un día, pero con una pésima programación (nula, más bien) por mi parte: la pongo cuando falta poco para el recreo. Transcurridos 10 minutos aproximadamente, la delegada, alumna que por cierto encarnaba perfectamente a Pol en mi aula, se levanta y me espeta: "¡No me creo nada, está todo preparado!”. Acto seguido, suena el timbre y salen todos corriendo hacia afuera. Me quedo en el aula solo y sumido en la más profunda decepción: el experimento ha fallado.
Transcurre el curso y creo que no vimos la película (no lo recuerdo, la verdad). Pero se fue produciendo una transformación en ellos y en mí que hizo de ese curso un curso muy especial y al final acabaron consiguiendo unos resultados extraordinarios (que todavía serían mejores en el curso siguiente y en la posterior EBAU) y una relación inmejorable.
Hubo una transformación y un crecimiento por ambos lados fuera de lo común. Hubo magia y complicidad en el aula, momentos que probablemente recordemos toda la vida, y unas cuantas experiencias de las que te hacen crecer como persona.
La prueba es que muchos me expresaron su reconocimiento y todavía hoy me encuentro con ellos en la calle y se acercan a saludarme (algo que entreví tras mi experiencia vallisoletana, aprendiendo de mi compañera de Música).
A final de curso, una chica me dijo que había visto la película y le había parecido muy bonita. Aquel curso y aquellas personas, cambiaron -una vez más, la enésima- mi vida. Algunos de ellos fueron los mejores maestros que he tenido jamás, y mira que los he tenido buenos...
De hecho, una de esas maestras, acabó por conducirme a lo que algunos denominan la "no dualidad". A pesar de que me resistiera; a pesar de que consultara a un par de maestros y ambos la negaran, y a pesar de que luego descubriera que el pensamiento de ambos estaba imbuido de dicho concepto. Resulta muy curioso...
Cuando empecé a leer el libro, me di cuenta de que allí estaba, una vez más, ese concepto, esa manera de ver las cosas, y que según parecía, llevaba tiempo instalado en mi vida sin ser yo consciente. Pregunté a un buen amigo y maestro si sabía lo que era, y me dijo que no; después de explicárselo con mi limitado entendimiento, le faltó tiempo para señalarme el punto débil, que también señala el maestro protagonista del libro, José Luis:
"Si miramos a la dualidad como algo negativo, volvemos a caer en ella, ya que estamos dividiendo el mundo en lo bueno y en lo malo".
Y de nuevo, al seguir hablando con él, me di cuenta de que, aunque no hubiera oído hablar de la no dualidad, no sólo entendía a la perfección cómo funcionaba, no sólo sabía intuitivamente de qué se trataba, sino que también compartía bastantes de sus conceptos. La sabiduría interna, una vez más, suple la más compleja o sutil de las teorías.
El curso siguiente, aterricé en un pueblo, perdón, debo decir ciudad, la "divina ciudad" de Carrión de los Condes, dando clase a 2º de Bachillerato (habría mucho que contar, no sé si volveré a encontrar algo así en la vida) y a un curso de diversificación, ahora llamado eufemísticamente PEMAR. En este grupo, lo que faltaba era la motivación. Y la atención, por supuesto. Como en todos los cursos al principio. Llegó un punto en el que yo sentía que aquellos chavales necesitaban otras cosas antes que el inglés, si quería que llegara a interesarles aunque fuera un poco.
A final de curso, una chica me dijo que había visto la película y le había parecido muy bonita. Aquel curso y aquellas personas, cambiaron -una vez más, la enésima- mi vida. Algunos de ellos fueron los mejores maestros que he tenido jamás, y mira que los he tenido buenos...
De hecho, una de esas maestras, acabó por conducirme a lo que algunos denominan la "no dualidad". A pesar de que me resistiera; a pesar de que consultara a un par de maestros y ambos la negaran, y a pesar de que luego descubriera que el pensamiento de ambos estaba imbuido de dicho concepto. Resulta muy curioso...
Cuando empecé a leer el libro, me di cuenta de que allí estaba, una vez más, ese concepto, esa manera de ver las cosas, y que según parecía, llevaba tiempo instalado en mi vida sin ser yo consciente. Pregunté a un buen amigo y maestro si sabía lo que era, y me dijo que no; después de explicárselo con mi limitado entendimiento, le faltó tiempo para señalarme el punto débil, que también señala el maestro protagonista del libro, José Luis:
"Si miramos a la dualidad como algo negativo, volvemos a caer en ella, ya que estamos dividiendo el mundo en lo bueno y en lo malo".
Y de nuevo, al seguir hablando con él, me di cuenta de que, aunque no hubiera oído hablar de la no dualidad, no sólo entendía a la perfección cómo funcionaba, no sólo sabía intuitivamente de qué se trataba, sino que también compartía bastantes de sus conceptos. La sabiduría interna, una vez más, suple la más compleja o sutil de las teorías.
El curso siguiente, aterricé en un pueblo, perdón, debo decir ciudad, la "divina ciudad" de Carrión de los Condes, dando clase a 2º de Bachillerato (habría mucho que contar, no sé si volveré a encontrar algo así en la vida) y a un curso de diversificación, ahora llamado eufemísticamente PEMAR. En este grupo, lo que faltaba era la motivación. Y la atención, por supuesto. Como en todos los cursos al principio. Llegó un punto en el que yo sentía que aquellos chavales necesitaban otras cosas antes que el inglés, si quería que llegara a interesarles aunque fuera un poco.
Tiré de intuición. Y entonces, durante el último trimestre, además de inglés, fuimos viendo dos películas: Las Cenizas de Ángela y Entre Maestros. Y empecé a hablar con ellos y de ellos. Lo que conseguí es que las clases fueran completamente otras, en las que había atención en interés. Siguieron ambas con mucha atención y acabamos hablando de ellos, de sus perspectivas y de la vida.
Al final, me hice consciente, gracias a esta película, de que llevaba años tratando de hacer eso precisamente, había estado buscando un camino, y que, de repente, fui consciente de que lo había encontrado: porque salvando las distancias, gracias al documental y al personaje que Carlos González, el autor del libro encarnaba, (que era a sí mismo), caí en la cuenta de yo había hecho algo parecido con aquellos chavales. De forma totalmente inconsciente; simplemente, porque sentía que debía ser así. Y de nuevo, como el curso anterior, y como sucedería de nuevo este curso, la clase se había transformado. Y yo ya no volvería a ser el mismo.
Y debo añadir, que lo que más impresionado me ha dejado ha sido que el libro sea una novela, y no el fruto de una experiencia. Es decir, que el autor soñó el libro y lo llevó a la práctica en la película (y supongo que antes, a su vida). Simplemente asombroso.
Aquí tenéis el enlace a la película-documental "Entre maestros":
Y en este enlace podéis descargaros lo que considero todos debiéramos leer y meditar, para empezar a cambiar tantas cosas. Os animo a devorarlo:
Y he aquí el libro del que se habla en ella, "23 maestros y un corazón: un salto cuántico en la Enseñanza":
https://sindamel.files.wordpress.com/2010/02/veintitresmaestrosdecorazon.pdf
Una sinopsis (para los de la LOGSE, RESUMEN) del mismo:
"Mis alumnos han sido los grandes maestros que despertaron en mí el deseo de conocer a las personas desde su esencia, desde ese lugar al que los dramas, enfrentamientos y conflictos no pueden llegar debido a su gravedad, a su sobrepeso.
La esencia es siempre liviana, por eso cuando logramos vivir algunos instantes desde ella tenemos la sensación de poseer alas. Cuando descubrí que relacionarse desde la levedad convertía a los encuentros entre las personas en algo mágico, enriqueciéndolos más allá de lo imaginable, decidí investigar qué obstáculos son los que nos impiden disfrutar de maneras continuada de tal maravilla.
Fruto de este trabajo y de mis experiencias con mis alumnos fue naciendo una nueva mirada pedagógica: educar "empoderando". Un día en clase recibí de uno de mis alumnos una lección que cambió mi vida:
Yo había sido lo que se puede llamar un buen estudiante, encantado con cualquier tipo de conocimiento y con un gran dominio de la expresión escrita y hablada.
Yo había sido lo que se puede llamar un buen estudiante, encantado con cualquier tipo de conocimiento y con un gran dominio de la expresión escrita y hablada.
Todo mi bagaje lo desembarqué luego como profesor en mis clases. El día en cuestión estaba acorralando con toda mi dialéctica a mi alumno-maestro, sin percibirme para nada de ello; cuando terminé mi gran discurso, el chico, mirándome a los ojos con una mirada tierna y pura, me dijo: "Profe, yo no sé rebatirte eso que me dices, pero sé que no tienes razón".
Todo mi cuerpo se estremeció, sentí la presencia de mi alumno y comprendí, más allá de todos nuestros discursos sobre lo que consideramos importante, que dentro de nosotros existe una sabiduría viva y fresca. Ya no descansaría hasta lograr encontrar un camino que ayudase a desvelarla, a llevarla a nuestra educación."
Todo mi cuerpo se estremeció, sentí la presencia de mi alumno y comprendí, más allá de todos nuestros discursos sobre lo que consideramos importante, que dentro de nosotros existe una sabiduría viva y fresca. Ya no descansaría hasta lograr encontrar un camino que ayudase a desvelarla, a llevarla a nuestra educación."
Carlos González Pérez es licenciado en Ciencias Físicas. Durante 24 cursos ejerció como profesor de enseñanza media en las asignaturas de matemáticas y física. Desde hace 18 años imparte talleres y charlas sobre crecimiento personal. Ha publicado en periódicos y revistas artículos y cuentos e interviene frecuentemente en medios de comunicación. Tras dar a conocer su nueva mirada educativa a través de la presente novela, la productora de cine y televisión Alea le propuso encarnar al profesor de su propia obra con alumnos auténticos, para poder comprobar así en la práctica los resultados de su pedagogía; el fruto de esta experiencia es la película-documental "Entre maestros".
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